Plaza de Toros

Plaza de Toros
Este año, 2014, me ha tocado a mí... Tendré el gran orgullo y a la vez, la gran responsabilidad de representar a la mujer rondeña, un sueño hecho realidad y todo un año para disfrutarlo.

Desde éste blog os iré contando a modo de diario, lo que supone éste nombramiento, pero no sólo yo, como Presidenta, también "mis niñas" aportarán cada una su granito de arena para que conozcáis de primera mano nuestras ilusiones, los preparativos, las inquietudes, lo que significa cada acto al que acudimos, los complementos y trajes que vamos a llevar, en definitiva, lo que significa ser Dama Goyesca de la Feria y Fiestas de Pedro Romero.

Espero que a través de mis palabras logre transmitiros nuestros sentimientos y podáis vivir con la misma ilusión que nosotras este sueño.

Belén
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martes, 19 de agosto de 2014

El abanico...


Otro complemento que llevamos las Damas Goyescas y creo que uno de los más vistosos y bonitos...
Con mi traje de goyesca, y como es tradición, yo llevaré el pericón, este es un abanico de grandes dimensiones, aparece por primera vez en el siglo XIX y va adornado con encajes de bolillo o chantilly, forrados, pintados... El mío va pintado a mano por una gran artista y rematado con encajes, ha quedado precioso, la idea que yo tenía la ha sabido plasmar perfectamente, estoy muy contenta con el resultado. Os lo voy a enseñar cerrado, al igual que otros abanicos que voy a llevar en estas fiestas, quiero que sea una sorpresa hasta el día que los lleve, entonces si los veréis todos abiertos. Espero que os gusten!

 

El abanico es uno de los complementos que llevaremos con todos los trajes que vamos a lucir, goyesca, flamenca, mantilla... A mí me encantan, es más desde hace años colecciono abanicos, además de tenerlos en un mueble de cajoncitos, tengo abanicos repartidos en todos los cajones de casa.
Hay muchas historias y anécdotas sobre ellos a lo largo de la historia, algunas como estas que os relato a continuación y que he encontrado buscando en internet...

"Los abanicos desempeñaron un papel muy importante en la historia del coqueteo. "El lenguaje del abanico", que ya en los tiempos de los Tudor se desarrolló en Inglaterra, se hizo especialmente popular entre las mujeres victorianas de clase media-alta. 
Como veremos más adelante, el abanico tenía su propio lenguaje. Al amparo de un abanico se hacían confidencias y también era posible utilizarlo para dar ánimos a un pretendiente tímido. Una dama que se preciara no llevaba dos veces el mismo abanico a una fiesta.

El escritor inglés del siglo XVI, Joseph Addison declaró: Los hombres tienen las espadas, las mujeres el abanico, y el abanico es, probablemente, un arma igual de eficaz.
 

El escritor del siglo XVIII, Julio Janin, asombrado ante la versatilidad del abanico en manos de una mujer, dijo: "Se sirven de él para todo; ocultan las manos, o esconden los dientes tras su varillaje, si los tienen feos; acarician su pecho para indicar al observador lo que atesoran; se valen también de él para acallar los sobresaltos del corazón, y son pieza imprescindible en el atavío de una dama. Con él se inicia o se corta una historia galante, o se transmiten los mensajes que no admiten alcahuete".

La reina Luisa de Suecia instituyó la Real Orden del Abanico.

La reina Isabel de Farnesio dejó al morir una colección de más de mil seiscientos abanicos.
La célebre cortesana Minón de Lenclós hacía pintar sus abanicos de las más ingeniosas maneras. Incluso tenía uno con pequeñas lentes con las que, a modo de lupa, conseguía acercar las imágenes.

 
La Marquesa de Pompadour dio su nombre a una gama de abanicos de varillaje pintado.

La reina María Antonieta los regalaba a sus más íntimas amigas.
 
La Emperatriz Sisi, al rondar la edad de 40 años, no soportaba que nadie la fotografiara y siempre llevaba un gran abanico de cuero para cubrirse la cara si eso sucedía.

La reina Catalina de Médicis podía perfumar sus abanicos para uso particular o incluso encargaba a sus perfumistas preparaciones especiales para ocasiones en las que necesitara sus efectos, pudiendo contener efluvios exquisitos o filtros y venenos misteriosos de los que conocía el secreto y tenía la experiencia según se dice."

En las tertulias de la Generación del 27, se usaban los abanicos, de ahí que se considerara un símbolo de intelectualidad.
Actualmente existen en España dos talleres de este complemento, uno en Cádiz y otro en Aldaya (Valencia) que exportan a todo el mundo.
 

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