La Dama Goyesca y el Torero... La cuadrilla...

Todo torero tiene una cuadrilla que lo acompaña allá donde va cuando tiene que salir al ruedo...

 

 

Esta noche estaba, de nuevo, recordando los mil y un momentos que llevo vividos desde Marzo hasta ahora, y en las personas de las que he estado rodeada en cada uno de ellos...

 

Estaba pensando en cunado llegaba la hora de vestirme de goyesca, de pronto se me ha venido a la cabeza una entrada que leí en el blog de Ramiro Curá y he cogido el Ipad para volver a leerlo: 

 

 

"El traje goyesco luce radiante sobre la silla después de un año a la sombra de un armario. Entra en la habitación Emilio “Caracafé”. Como ya hiciera hace un par de años en Valencia (Venezuela), Cayetano le ha pedido que viniera a tocarle “por soleares” mientras se viste. Hay un segundo invitado especial, Pedro Piqueras, excelente periodista, gran persona y muy buen “aficionado”. Comienza “la ceremonia”, sólo la guitarra de Emilio, con su quejío desgarrado, rompe el silencio. Primero los leotardos y las medias, luego las ligas y la taleguilla. Emilio sigue acariciando su guitarra desde un rincón mientras Pedro observa mudo desde otro. Cada uno cumple escrupulosamente su papel para no romper la magia del instante. El olivar continúa ahí afuera, resplandeciendo a la luz de Septiembre. Y Ronda… Ronda a lo lejos, esperando nerviosa como un novio en el altar. En ese momento me siento un privilegiado. Tantas horas de campo en el frío invierno, tantas horas de carretera, de soledad fuera de casa sin ver a los amigos ni a los seres queridos... todo, todo ese sacrificio, pienso, cobra sentido en un instante como éste. Ya sólo falta que en la plaza embista un toro.

4:30 pm. Hora de partir…"

Como  habéis visto en las fotos y en la calle, parte de mi traje de Goyesca tiene detalles toreros, creía que la ropa era la única similitud que se podía encontrar entre una Goyesca, en este caso yo, y un torero pero después de volver a leer a Ramiro he encontrado algo más en común, esa magia a la hora de vestirme, esa gente alrededor mía, ese ritual que aunque algo diferente a lo que él describe... No es tan ceremonioso ni tan silencioso, yo no me juego la vida delante de un toro pero si, en cierto modo, salgo a lidiar ante las críticas, que pueden ser buenas o no tan buenas, de miles de personas, aún así el sentimiento es el mismo en ambos casos.

Os quiero contar como son los momentos previos a esos actos para que sepáis como se viven...

 

Mi traje en el maniquí planchado y listo para volver a lucirlo por las calles de Ronda, ese secreto que ya días antes se había desvelado en la Imposición de Medallas. Yo frente al espejo y Cuqui maquillándome... "Abre los ojos, ciérralos" "Esos labios con más color, que tú te pintas muy discreta". Mi hija en la habitación de al lado escuchando música esperando el momento en el que entre para ponerme mis enaguas y salir detrás mía para ver como me arreglan. Cati termina de peinarme, de recogerme el pelo en un moño y hacerme las ondas que yo quería, hoy llevo una nueva madroñera y otra peina que también me ha hecho mi madre. Inés, de un lado a otro buscando klennex para que me seque esas lágrimas de que vez en cuando asomaban a mis ojos y con cualquier ocurrencia que me haga reir. Mi madre, después de haberlo preparado todo, en un rincón contemplando ese ritual en silencio.

Mi "mozo de espadas", Miguel, como cariñosamente lo llamamos, va cogiendo las prendas una a una del maniquí, la chaquetilla, la blusa, la falda... Se ha ganado el título a la fuerza tras callejear Ronda una y otra vez conmigo buscando complementos, tras venir a pruebas de algunos vestidos, tras largas conversaciones para ver que peina me pongo con este traje y que flor con el otro. Creo que lo ha vivido tan intensamente como yo. Llega la hora de vestirme, la camisa debe entrar con cuidado para no estropear el peinado ni el maquillaje, aunque ya Miguel se ha encargado de liarme con un pañuelo de seda la cabeza entera, sí, habéis leído bien, la cabeza entera. Tras colocar la camisa le llega el turno a la falda, que abrocha diciendo: "Deja de adelgazar ya que no se le puede meter mas a los botones!", después la madroñera, la peina, la "flor joya", los pendientes, la cruz al cuello... Me coloca los zapatos como si fuera la cenicienta aunque él no sea mi príncipe, el fajín con la lazada y el alfiler, y por fín la chaquetilla, a la que una vez puesta le da un tirón de los dos lados para que quede bien colocada.

 

 

Un poco de perfume, una mirada en el espejo y antes de salir, en vez de rezar como el torero, una última mirada a la foto que tengo sobre mi mesa. Llegó la hora... Me monto en el coche y ellos quedan atrás, dejándome a mí sola el protagonismo en la calle que ellos han tenido en mi casa.

 

4:30 p.m. Hora de partir...

 

Utilizando el argot taurino puedo decir que he tenido la mejor cuadrilla del mundo, han vivido junto a mí los momentos que no vive nadie, me han visto llorar y me han visto reir, han aguantado mi mal humor a veces y mi nerviosismo, aún así, espero que hayan estado tan a gusto conmigo como yo lo he estado con ellos.

 

Así que esta entrada, como diría el torero en medio del redondel de la plaza... Va por ellos!!

Foto cuadrilla: http://ramiro-cura.blogspot.com.es/