¡Qué me
gusta pasear por la calle Sierpes, por la calle Cuna, por el Barrio de Santa
Cruz! A mi mente se me viene siempre la misma canción…
Aunque hace
unos días más que pasear por esas calles, puedo decir que nos recorrimos todas
sus tiendas… Alguien dijo un día que tener un buen mantón de Manila es como
tener un buen cuadro, pues yo buscaba ese buen mantón, ese que un día vi en una
tienda y por no entretenerme, pensé que otro día lo compraría y cuando volví ya
no estaba, en ese momento entendí a la perfección el refrán, “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”
y aún más conociéndome, yo soy de ideas fijas y como me guste algo, por mucho
que me enseñen, ya no se decidirme!!
Pero dejemos
mi vida y volvamos a lo realmente importante… Una prenda imprescindible en la
vestimenta de una Dama Goyesca, es el mantón de Manila, cuando vamos a
comprarlo o cuando vemos los que tenemos en casa, nunca nos solemos parar a
pensar en que tiene su historia, simplemente están ahí colgados y nos detenemos
en contemplar sus bordado de unos colores u otros para ver cual va mejor con el
traje que nos vamos a poner. Pues hablemos un poco de esa prenda que vamos a
lucir…
Me encantan
las leyendas, así que si os parece voy a comenzar con una de ellas… Según
cuentan, una princesa china fue la
primera que desveló la técnica del tejido de la seda, técnica en China
conservada en secreto durante milenios. Huyó de una boda indeseada hacia la
India llevando capullos de seda ocultos en su cabello, no se sabe si a modo de
venganza o por un deseo de no renunciar a las prendas confeccionadas con dicho material.
De esta leyenda, podríamos asegurar el origen chino del arte de la seda y de este tipo de piezas, en China el mantón formaba parte de la dote de la novia.
De esta leyenda, podríamos asegurar el origen chino del arte de la seda y de este tipo de piezas, en China el mantón formaba parte de la dote de la novia.
Si hablamos de la historia del mantón y de cómo llegó a España, podemos decir que empezaron a usarlo la clase alta en el siglo XVIII, a raíz del comercio con la antigua colonia de Filipinas, cuya capital es Manila, de ahí el nombre que se le da al mantón.
Al
principio, los bordados consistían en dragones, pagodas y cañas de bambú pero
en poco tiempo se adaptó al gusto español bordándose en ellos rosas, claveles,
pajaros… Es aquí donde nos encontramos otra leyenda…
La moda de
la clase alta también llegó al pueblo llano. Según cuenta la leyenda, el
mantón de Manila en España, partió de una historia de tabaco. Barcos
procedentes de Filipinas traían las hojas de tabaco a la Fábrica de Tabacos de
Sevilla envueltas en paños de seda para su mejor conservación. La fábrica, la
instalación más antigua de Europa, comenzó en la plaza de Cristo de Burgos,
donde antes había estado un corral de comedias. Era 1620 y se fabricaba tabaco
de rapé, introducido por los marinos provenientes de América y popularizado en
las cortes reales de Europa. En 1758, cuando la producción y la venta eran ya
monopolio del Estado, se inauguró la planta en la calle San Fernando,
determinante en la vinculación del tabaco con Sevilla.
Allí estaban las cigarreras que trabajaban en esta fábrica aprovechaban esos
paños como rebozos para protegerse de la humedad cuando cruzaban el
Guadalquivir de madrugada desde Triana, donde residían. Los paños venían
bordados con motivos asiáticos y ellas les añadían los flecos. A España se le
debe la incorporación de los enrejados y los flecos del mantón.
Cuando se perdieron las últimas colonias, en 1898, los retales de seda dejaron de venir decorados y ellas mismas comenzaron a bordarlos, creando sus propios diseños.
Así nació el Mantón de Manila, según cuenta una dependienta de Foronda, una casa que los borda y los vende desde hace tres generaciones en Sevilla. Para ellos, la relación de la prenda con el tabaco era beneficiosa para ambos: no sólo la seda evitaba que se sequen las hojas, sino que también el olor que éstas dejaban en el tejido alejaba las polillas y los ácaros. Hoy hay muchos tipos de mantones. El Mantón Imperio dicen que es el más caro del mercado, su precio oscila entre 1.200 y 4.000 euros. El enrejado del fleco, muy difícil de confeccionar, y el bordado, son los principales responsables de su alto coste, pero merece la pena si puedes permitirtelo. Todo se sigue haciendo a mano.
Cuando se perdieron las últimas colonias, en 1898, los retales de seda dejaron de venir decorados y ellas mismas comenzaron a bordarlos, creando sus propios diseños.
Así nació el Mantón de Manila, según cuenta una dependienta de Foronda, una casa que los borda y los vende desde hace tres generaciones en Sevilla. Para ellos, la relación de la prenda con el tabaco era beneficiosa para ambos: no sólo la seda evitaba que se sequen las hojas, sino que también el olor que éstas dejaban en el tejido alejaba las polillas y los ácaros. Hoy hay muchos tipos de mantones. El Mantón Imperio dicen que es el más caro del mercado, su precio oscila entre 1.200 y 4.000 euros. El enrejado del fleco, muy difícil de confeccionar, y el bordado, son los principales responsables de su alto coste, pero merece la pena si puedes permitirtelo. Todo se sigue haciendo a mano.
Como dato
curioso os puedo decir, que en la visita que Michelle Obama hizo a Ronda en Agosto
del 2010, le regalaron un mantón de Manila en color crema con flores rojas, y
que según me han comentado, era una pieza con 200 años de antigüedad. Seguro
que regresó a Estados Unidos encantada con el regalo.
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